Algunos agradecimientos más…
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Vengan ustedes, benditos de mi Padre; a heredar el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme.» Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron.» Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, fui forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y en la cárcel y no me visitaron. Entonces también éstos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?» Y él replicará: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicieron conmigo.» Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» (Mt 25,31-46).
Contemplación
Bajé de mi oficinita, en la planta alta del Hogar, para ir a la Casa de la Bondad a despedir a Julita, que falleció hoy (y que me dice Celina que no tenía a nadie nadie y que apenas pudimos conocer, ya que llegó hace dos semanas y enseguida se puso mal) y al volver al Hogar, viendo las dos mesas en el patio con los que participan del Taller de Dibujo, se me ocurrió que Jesús podía muy bien agregar algunos agradecimientos más a los que nos cuenta Mateo 25.
Es que vi a dos de los más pibes (18 o 19 años) dibujando con la alegría y la concentración de los chicos casi de jardín. Uno me mostró un corazón inmenso al que estaba llenando de colores y me lo mostraba como hacen los chicos, orgullosos de su monigote. Y a mí me partió el corazón, porque sentí que tenían hambre de dibujar, que como sociedad les habíamos robado esa etapa, porque que los chicos no vayan a la escuela es una cuestión de estado, no solo de la familia.
Fue un instante nomás: me mostró el dibujo y por mirarlo ni le vi la cara a él, que se concentró en seguir con lo suyo. Pero ahora que escribo me doy cuenta de que percibí eso tan humano ante lo que muchas veces paso de largo. Y se me ocurre ahora que Jesús nos diría a la comunidad del Hogar: porque estaba sin hacer nada con mis manos y ustedes me dieron lápices de colores y papel canson para dibujar. No sabía que tenía hambre de hacer un dibujito para mostrárselo a mi mamá y la seño de Dibujo me lo apreció y lo puso en la cartelera para adornar las paredes del patio.
Me viene ahora otro, unos años mayor, que después del cine del jueves, en que vieron Caballos salvajes, no se quedó al debate y bajó llevando una silla. Yo miraba desde arriba para que no se metieran en las piezas y salieran en orden y vi que este volvía. “¿No tiene el chocolate…?”, me decía subiendo y yo al principio no entendí y le dije que no había más. Pregunté al equipo de Cine debate y Luis me mostró que se habían comido todo, pero el muchacho entró y en su silla había una barrita de cereal. Se la había dejado. La agarró y se fue sin decir más. Y lo que me quedó fue también la sensación de un hambre de niñez, de ver una peli y que te regalen golosinas y agarrar de más para llevarte.
A medida que escribo me convenzo que lo del Señor “tuve hambre y me diste de comer” no se trata sólo del plato de comida del Hogar. Esa barrita de cereal nos habla de una comida que no fue dada a su tiempo. Igual que el dibujo. Hay chicos que con sus manitos sucias revuelven basura y aspiran bolsitas en vez de estar coloreando dibujos. Tuve hambre y me diste de comer es la materia básica del juicio. No es una buena intención ni un sentimiento, ni siquiera habla el Señor de amor. Se trata simplemente de acciones, de dar de comer, empezando por los bebés y terminando por los ancianos. Dar de comer quiere decir fuiste a trabajar para ganarnos el pan para comer y trataste de formar una familia en la que se sirviera la leche a su tiempo…
Después me acordé del Taller de música del lunes, que llovió y en el último comedor cantaban igual, y pensé que Jesús diría: andaba callado y triste y me invitaste a cantar. Y pese a que no estaba para música, canté y fue como un agua fresca. Pensaba en la profesora de música y en que es más difícil ir un lunes de lluvia a cantar que hacerlos dibujar o servir el mate con leche. Después de un rato, el canto te lleva y por unos instantes la música nos envuelve a todos y nos arropa… pero ¡hay que remarla para comenzar a cantar en el Comedor!
Y ya me entusiasmé con esto del juicio y pensé que habría un segundo juicio, ya para hilar más fino, para ver quién va con quiénes, porque dentro de la igualdad de los benditos del Padre también hay predilecciones, y me puse a meditar en los del Taller de Artesanías. Jesús diría: me miraba los dedos torpes y pensaba que nunca podría hacer algo tan fino y me enseñaste a hacer no sólo los cuadros en piedra y las cajas, sino esas Arcas de Noé con todos los animalitos de porcelana fría, las sillitas de Jacques y los pesebritos de Soruco. Esta actividad básica por la que seremos juzgados tiene que ver con el vestido, que no sirve solo para abrigo sino como adorno.
Y luego el Señor agradece las visitas: a los enfermos y a los presos. No habla aquí de sanación ni de liberación sino sólo de visita. Y pensaba en el Taller de sentido de la vida, en la biblioteca y el cine. Me viniste a visitar y hablamos de películas, de novelas que me gustaron. Hacía rato que nadie me preguntaba nada profundo y en el taller de sentido de la vida me ayudaste a que me soltara y contara lo que tenía por dentro. Porque la actividad de visitar requiere todo un arte. Para ser visita linda y no visita molesta. Visitar es una actitud. Hay que saber visitar y saber recibir visitas. No sólo los enfermos y los presos necesitan ser visitados… O quizás, mejor, los enfermos y los presos son como la imagen más fuerte de cuándo y dónde necesitamos ser visitados todos. Qué bien que hace, cuando alguien “nos alivia” por su modo de preguntarnos por algo que nos hace sentir frágiles (débiles, in-firmus). Qué bien que nos hace cuando otro, con delicadeza, nos saca de algún encierro, mental o emocional…
Y así, el Señor nos irá diciendo a la Comunidad del Hogar: andaba sin trabajo y pensaba cómo sería poder mandar un curriculum por internet y me enseñaste a crear una dirección de mail y a mandar mis datos a una agencia…, me invitaste a la Cooperativa, me pediste que te diera una mano con las mesas.
La contemplación fue por este lado: contemplar cuidadosamente todas estas “pequeñas acciones” que hacemos en el Hogar y que se pueden sumar a las que dice Jesús que le importan.
Creo que se puede porque él llega a hablar hasta de un vasito de agua dado en su nombre a sus pequeños. Cuánto más estas que más que acciones buenas son “co-acciones”, oportunidades de que los más pobres se organicen, luchen, se expresen, creen cosas y trabajen con sus manos, como le decía el Papa a los Participantes en el Encuentro de Movimientos Populares:
Pese a esta cultura del descarte, a esta cultura de los sobrantes, tantos de ustedes, trabajadores excluidos, sobrantes para este sistema, fueron inventando su propio trabajo con todo aquello que parecía no poder dar más de sí mismo… pero ustedes, con su artesanalidad, que les dio Dios… con su búsqueda, con su solidaridad, con su trabajo comunitario, con su economía popular, lo han logrado y lo están logrando…. Y déjenme decírselo, eso además de trabajo, es poesía. Gracias.
Creo que es lindo pensar que Jesús nos dirá: “y por la oportunidad que le brindaron a los más pequeños de poder crear cosas lindas con “la artesanalidad que les dio Dios”, muchas gracias. Muchas gracias por brindar a los pequeños la posibilidad de hacer poesía!
En las lecturas de hoy, también se habla de enemigos. Pablo dice que “el último enemigo aniquilado será la muerte”. Mirando a Julita, mientras rezábamos en coro con ocho voluntarias, pensaba que en la Casa de la Bondad el Señor logra la primera victoria ante la muerte: nos quita el miedo, nos hace recibir la muerte y tratar con ella en paz. Le hemos hecho una Casa para que la gente más solita muera rodeada de Bondad.
Me decía una amiga que había acompañado a su esposo hasta en la ambulancia, indignada porque la funeraria de renombre lo había trasladado envuelto en una bolsa raída, que “a los muertos se los trata mal” y es verdad: hay una falta de respeto que nada tiene que ver con esa obra de piedad evangélica que es enterrar dignamente a los muertos. También pienso que Jesús nos podrá decir: porque estuve muerto y me trataste con bondad.
Y también pensaba, volviendo al Hogar, que hay muchos otros enemigos que no son la muerte misma pero sí sus adláteres y sus avanzadas. Son enemigos que el Señor quiere poner bajo el estrado de sus pies. Y se me ocurrían tantos enemigos contra los que el Hogar lucha cada día: la indiferencia, la exclusión, el no mirar al otro como igual, los prejuicios, la dureza, las excusas… En realidad son todas “faltas de compasión”. Porque seremos juzgados por la compasión que es igual a decir vida, porque la compasión es lo que hace latir el corazón humano. Y el que no se compadece, el que no practica la misericordia no es que incumple con un deber, es que está muerto. Porque la vida es pasión y la primera pasión es la compasión.
Nuestro corazón realiza 70 veces por minuto –apasionadamente- esa obra de creatividad y misericordia que es enviar sangre fresca a las periferias de nuestra carne para recibirla de regreso, sucia y cansada, y darle un hospedaje transitorio en su cavidad, para que se purifique y vuelva a salir, a dar vida. El Señor nos dice que nos juzgará por esta actividad que no pertenece a ninguna creencia ni religión sino que es propia de todos los hombres y mujeres y que podemos “aprender a mejorar” sin que nadie nos lo enseñe desde afuera, porque es expresión de lo que somos.
Un último agradecimiento que me gusta imaginar: el Señor me dirá “estaba sin buenas noticias y me mandaste una contemplación”. La verdad es que esta actividad fue un regalo que nació de un no saber bien cómo rezar y probar a escribir una contemplación con el evangelio del Domingo que fuera para compartir. Se la envío a los que la reciben pero no sólo a cada uno sino al Jesús que está ustedes y que se alegra de que “le comenten su propio Evangelio”, como cuando los hizo hablar a los de Emaús y les pidió que le contaran lo que había pasado, haciéndose un poco el tonto. Esta acción tiene algo de dar de comer a los hambrientos de toda palabra que sale de la boca de Dios. Tiene algo de dar de beber a los que como la Samaritana anhelan y desean: Dame de esa Agua viva para que no tenga que venir a buscarla al pozo. Tiene algo de vestido, en el sentido de buscar palabras lindas y narraciones que alegran y le dan un tono lindo al día. Tiene algo de visita que llega por mail e invita a charlar un rato de las cosas de Jesús. El Señor me la agradece desde ahora, sin esperar al juicio y no le importa tanto si alguna sale medio media, si es como esas visitas que por ahí se hacen laaargas o resultan un poquito incómodas. El sabe escribir derecho con contemplaciones torcidas. Y como tienen la gracia de la “levedad virtual”, que con un click desaparecen o se mandan a guardar, mal no hacen. Esta, por ejemplo, pesa menos de 40 Kbytes.
Diego Fares sj