
Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: « Este acoge a los pecadores y come con ellos. »
Entonces les dijo esta parábola. ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, lleno de alegría la pone sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.» Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.
Contemplación
Mirando la imagen, en la que el Señor nos ofrece su sagrado Corazón, pensaba que el Corazón es, de lo suyo lo más “nuestro”, y sentía que va parejo ir conociendo mi corazón con ir conociendo el Suyo.
Sabías que no hay dos corazones iguales, y que cada corazón es un “co-corazón”, es decir, un corazón que existe “con otros”, con la memoria de otros, dialogando con otros que lo aman. No hay “corazones solos”, por eso es que para conocer el propio corazón hay que conocer el de los que nos aman, y quién mejor que Jesús para esta tarea.
Honrarlo
Conozcamos un poco de sus tres apariciones a Santa Margarita María. Desde ya adelante que al Señor le complace una sola cosa, muy sencilla, y es que “honremos su Corazón”. Es decir, como persona, Él pide ser honrado por lo que es e hizo: dio su vida por nosotros y lo hizo “de corazón”. Y nos dice que si lo honramos, nos vendrán todas las gracias habidas y por haber.
En 1773, Jesús hizo su primera revelación a Santa Margarita, que en ese entonces era conocida como Margarita María Alacoque, en Parais Le Monial, al norte de Francia. La revelación ocurrió en el día de San Juan el apóstol y se trataba del mensaje que hizo que el corazón de Dios fuera conocido como Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita pudo conocer el corazón de Dios, pudo apoyar su cabeza en el pecho de Jesús y escuchar que lo que estaba viviendo provenía de un desborde de amor del Corazón del Señor. Jesús le dijo: “Mi corazón está tan apasionado de amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no puedo contener en él las llamas de la caridad y por eso es necesario que las derrame valiéndome de ti y me manifieste a los hombres para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido a tí como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía.”
Jesús se presentó ante Margarita por segunda vez y le pidió que se dispusiera a cumplir sus propósitos: en primer lugar, que recibiera la Santa Comunión los primeros viernes de cada mes, para reparar el mal de las injurias que recibía en el Sacramento; y, en segundo lugar, que se levantara todas las semanas durante la noche de jueves a viernes, entre las once y la media noche, y se mantuviera durante una hora con la cara en en suelo, viendo todos los pecados de los hombres para consolar el corazón de Dios de este abandono, del cual el hecho de que los Apóstoles se quedarán dormidos en el Huerto de los Olivos.
El Señor le hizo esta promesa que es la clave, como decíamos, para comprender lo que Jesús quiere:
-«Si supieras de cuánto mérito y gloria es a este amable Corazón, y cuán grande será el galardón que dará a los que, después de haberse consagrado a El, sólo pretendan honrarle!… Sí. creo que esta sola intención acrecentará más el mérito de sus acciones delante de Dios, que cuanto pudieran hacer sin esa aplicación y pureza.»
Y promete pagar bien en nuestra persona y en la de los qué queremos
-«Este Divino Corazón os pagará, no solamente en vuestra persona, sino en la de vuestros parientes y de todos aquellos por quienes os interesáis, a los cuales mirará con ojos propicios y misericordiosos, para socorrerlos y protegerlos en todo, con tal que acudan a Él con confianza, porque tendrá eterna memoria de lo que hacen por su gloria.»
En su tercera y última aparición, Jesús le pidió que el primer viernes después de la octava del Corpus Christi, se declarara una fiesta en honor a su corazón, resarciendo todas las indignidades que recibe. Entonces, le prometió que su corazón expandiría con abundancia la riqueza de su amor sobre todos los que le presten este homenaje de esta u otra manera. Así surge, por la propia voluntad de Jesús, la Fiesta de Su Sagrado Corazón, institucionalizada universalmente por el papa Pío IX en 1856. Jesús quiere que lo honremos y lo hace instituyendo esta Misa,
Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús
Jesús le hizo además doce promesas a todos los que se volvieran amigos de su Sagrado Corazón.
1ª – Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2ª – Pondré paz en sus familias.
3ª – Les consolaré en sus penas.
4ª – Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5ª – Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6ª – Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7ª – Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8ª – Las almas tibias se volverán fervorosas.
9ª – Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10ª – Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11ª – Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de Él.
12ª – Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que reciban la Sagrada Comunión por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
Nos quedamos sintiendo y gustando esta palabra “honrar”. Y dejamos que el Espíritu nos enseñe “cómo honrar a Jesús en cada momento”. Lo cual es muy lindo, porque no se trata solo de “hacer cosas buenas” sino de concentrar nuestro corazón en hacerlas para honrar a Jesús nuestro Señor.
Apéndice: Algunas cosas sobre el corazón.
En nuestro corazón, misteriosamente se integran espíritu personal y la carne. No somos “espíritu y carne”. Lo que somos sólo lo podemos saber si entramos en nuestro corazón y si lo hacemos de corazón.
El corazón es lo que hace que la vida viva humanamente; no es la materia; no es el espíritu; sólo por el corazón vive el espíritu humanamente y vive humanamente el cuerpo del hombre. El corazón no está “hecho” sino que se va haciendo. Con los actos libres de amor y de generosa entrega, un corazón se dilata y crece. La persona llega a ser lo que llamamos “un gran corazón” o “un corazón de oro”.
Sólo por el corazón el espíritu se convierte en alma y la materia en cuerpo y sólo por él existe, pues, la vida del hombre como tal con sus dichas y sus dolores, sus trabajos y sus luchas, miserable y grande al mismo tiempo.
Solo el corazón crea intimidad, solo en él se da la verdadera cercanía entre dos seres.
Solo el corazón sabe acoger y dar una patria y una casa donde habitar al otro (por eso la Trinidad viene a habitar precisamente en nuestro corazón). Interior a sí el hombre sólo puede serlo con y en el corazón, no con la mente ni la voluntad. Por eso, si el corazón no vive, el hombre es un extraño para sí mismo.
Solo el corazón puede darse por entero. Y el corazón que se da y se afecciona a las cosas desea “hacia abajo” y “hacia arriba” y libremente opta, buscando donde anclarse. Cuando opta hacia arriba, hacia lo espiritual, se consolida más como corazón de carne espiritualizada, cuando opta hacia abajo se hace esclavo de las potencias y pasiones y se convierte en espíritu carnal.
De lo que se trata, con la formación del corazón en los Ejercicios espirituales, es que podamos despegarnos de nuestras afecciones desordenadas y así ser libres para elegir lo que Dios quiere, nuestro modo de servir en el Reino de Jesús.
El corazón entonces se va haciendo y como cada uno es único, para saber lo que es un corazón hay que ver a cada persona. Aquí está lo interesante cristianamente, lo que da valor a cada historia, a cada vida. No hay “vidas super especiales” y otras “comunes” («Sin dinero no hay persona”, dice Hegel, porque no se le puede exigir responsabilidad. Terrible afirmación!). Todos y cada uno somos únicos y en la historia de los corazones nuestro corazón se va haciendo más de carne “espiritual” o más de piedra.
Pensemos lo que significa un corazón habitado por el Padre el Hijo y el Espíritu Santo, en que se puede transformar gracias a la influencia positiva de esta presencia. Qué sensibilidades puede adquirir, cómo se puede dilatar su deseo y su comprensión de la realidad dialogando con Tales huéspedes.
+Nuestro corazón es el lugar del diálogo con los demás y también con nosotros mismos. Es donde nos sentamos a escuchar las voces propias y las de los otros, y también la voz del buen espíritu y la del malo, que siempre acecha. Al final nuestro corazón cada vez hace su elección y su síntesis y estas lo llevan a obrar en consecuencia y a ser un mejor corazón o no.
Lo anterior es para decir que Jesús, al encarnarse, lo hizo en primer lugar en su Corazón. Y ese Corazón es el que nos ofrece!
Apéndice 2 ……
Uno sabe cuando obro de corazón, cuando a algo bueno que hizo le pone el último sello y con una sonrisa confirma lo que ha hecho y hace saber que el amor que está dando, lo da entero, que uno mismo se da entero, aunque no haga nada mas por fuera. Este sello, el otro lo recibe y lo confirma con su mirada. Esto basta.
Poner el sello, eso es propio del corazón, el sello que indica que una cosa quedó cerrada, bien hecha, entera, integra, hecha con amor, con la única intención de honrar al otro. Esto es algo que no se discute, es como cuando Pablo dice: “Quien nos separará del amor Cristo. Ese amor al que Jesucristo le ha puesto su sello, el sello de su sangre en la cruz”.
Poner el sello, el sigilo, es poner la propia persona, y para Jesus es poner su Espíritu: el Espíritu Santo. Para el Señor el Espíritu es su sello. Con él nos unge y la unción va directo como una flecha al corazón, penetra en la piel y va al corazón. No es que el corazón sea mejor que los otros órganos, pero tiene algo especial y misterioso: en él -en lo que siente y consiente con sus latidos- nos sentimos nosotros mismos.
Un padre alemán me decía que ellos ven esta devoción como algo secundario, que no se puede adorar una parte en vez del todo.
Yo le decía que el corazón es el todo, pero bueno, esto supone una sabiduría, saber ver el todo en un gesto como el de la mano tendida de Jesús dándonos su corazón.
Yo creo que si nos hubiera dado su intelecto o su voluntad no lo hubiéramos podido asumir, en cambio un corazón se puede (y debe) recibir de corazón y cada uno de lo recibe con el suyo. La mente, el intelecto tiene sus exigencias: el intelecto más fuerte o más agudo y mejor formado que más conoce es más que el intelecto no cultivado o más débil, en cambio un corazón es un corazón y justamente lo que uno quiere el corazón del otro con sus defectos con sus pequeñeces. Toma mi corazón, es lo que le dice la Virgen nuestra Señora al Señor en el Magnificat: “Eh aquí la servidora, hágase en mí según tu palabra” Es decir le da el corazón para que su palabra se haga por sí misma.
Quizá eso es una de las cosas más lindas que tiene el corazón: en él las cosas (los valores) que uno pone como que se custodian solos, si arraigan, continúan creciendo, como la semilla que crece por sí misma, y da fruto a su tiempo. El corazón es una tierra fecunda.Por un lado es motor que agrega un plus a lo que la inteligencia y la voluntad le dan y las pasiones y por otro lado es un lugar un ámbito una tierra un campo dónde está escondido el tesoro.
Son las dos grandes características del corazón ser motor y el ser espacio no solo dónde crecen las cosas, sino que también el corazones casa donde habitan el padre del hijo del espíritu Santo.
El corazón es casa y lugar de encuentro. Iglesia. asamblea para todo el pueblo de Dios.
El evangelio de hoy muestra la Misericordia del corazón de Jesús que sale a buscar a la oveja perdida dejando las 99 de la alegría de este corazón nos hace participar Lucas enseña se alegra al encontrar la oveja y llevarla en hombros convoca a todos sus amigos cuentan las cosas se alegra de corazón nuestro corazón es el lugar de las verdaderas alegrías y de las penas allí se guardan las lágrimas como en un cuenco y también las Consolaciones que tienen su lugar especial en esta memoria del corazón que la recuerda vuelve a acordarse de las gracia y las maravillas que Dios hizo con él y estas Consolaciones están siempre frescas.
Diego Fares sj