Con una mano en los sueños de Dios y la otra en los propios sueños (Navidad C 2021-2)

… Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. La generación de Jesucristo aconteció de esta manera:

María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Estando él en estos pensamientos, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

«José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ellaproviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»

Al despertar José del sueño, hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado:

y recibió en su casa a su mujer, y sin que hubieran hecho vida en común,

ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús. 

                                                                                     (Mateo 1, 18-25).

Contemplación

En este años dedicado a San José, que acaba de terminar, la misa de esta Nochebuena lo tiene como protagonista de la segunda Anunciación del Ángel.

El mosaico de la Cueva de Manresa, nos muestra a un José dormido, con una mano en la Palabra -una larga Palabra que el Ángel le comunica a una María bien despierta, que dialoga con él y le hace preguntas- y la otra en sus sueños, con ese segundo ángel que se los custodia, teniendo entre sus manos, amorosamente la cabeza del soñador. Soñar con una mano en la Palabra de Dios y la otra en las palabras propias, las más profundas, que vienen afuera en nuestros sueños. 

El mosaico capta dos momentos distintos en uno. Junta, de manera no habitual, el momento de turbación de María y el momento de paz de José. Ella parece estar diciendo “¿Y cómo será posible esto?”, mientras que José parece estar ya del lado de la confianza, una vez que ha surtido efecto el “no temas” del Ángel, que le tiene aferrada la cabeza para que los malos sueños no la agiten. El Ángel le está mostrando a María con una mano mientras le susurra al oído que “lo que ha sido engendrado en Ella, proviene del Espíritu Santo”. Yo diría que ya está en la parte en la que le dice que será él el encargado de ponerle el nombre de Jesús”. Esto es importante para José porque, si se hace cargo del Niño, quiere hacerlo “con corazón de Padre”, como dice Francisco. 

Me quedo contemplando esas manos de José, una en la Palabra y la otra como almohada, tocando tal vez uno de sus oídos mientras el otro está abierto al Ángel. Es una linda manera de dormir esta de José. San Ignacio siempre recomienda que, antes de dormir en Ejercicios, leamos la contemplación que haremos al otro día o a la. Medianoche y elijamos una imagen para luego “despertarnos” con ella. Tan o más importante que estudiar la Palabra teológicamente o que meditarla racionalmente, es “soñarla”. Esto hace a una potencialidad de la Palabra que no es solo la de despertar causas y conclusiones lógicas sino la de “crear cosas nuevas”, la de “imaginar creativamente lo que sueña nuestro Padre, cuya mano, abriéndose un hueco en el Cielo, conduce y guía todo el plan de salvación, que los dos ángeles bien instruidos comunican de la manera más eficaz y cariñosa a los dos prometidos esposos. 

Me parece una linda propuesta esta de nuestro Padre para esta Navidad: soñar con Jesusito, soñar con lo que será esa Palabra encarnada y “nuevamente encarnable” cada vez que nosotros le prestamos nuestra disponibilidad y nuestro hogar, como María y José. Lo que puede hacer Jesús! Perdonar los pecados no es solo perdonar las faltas morales (para volver a cometerlas, como dice una doctora mía que se declara atea y dice que ellos se tienen que hacer cargo de lo que hacen, mientras nosotros, nos confesamos y listo, como por arte de magia desaparece todo). Yo le digo que no es tan así, aunque en la práctica es bastante así. Pero como decía, perdonar los pecados no es perdonar solo malas palabras, pensamientos impuros y actitudes egoístas, sino mucho más: es liberar la fuerza del amor que sale de sí, que no se queda mirándose en el espejo de la culpa ni del perfeccionismo, y sale, limpio a dar una mano a los demás. Navidad nos invita a soñar poniendo una mano en la Palabra, para que nos haga vibrar y nos entre en el corazón, potenciando en nosotros todo lo mejor que tenemos. Hay tanto bueno por hacer que no soñarlo es una pena. A ese Ángel que le tiene la cabeza, yo le llamo el ángel custodio que me “modera la emotividad”. El otro es el que ilumina el entendimiento y aclara las cosas, este es el que pacifica las emociones y nos centra en lo esencial, en lo que tenemos que elegir y con qué sentimiento debemos hacerlo: se nos invita, con José, a “recibir a María y a Jesús y ha hacerlo sin temor, sin miedo. Se trata de una acción del Espíritu Santo, algo que el Padre ha planeado desde el comienzo de la creación y en lo que su Hijo amado a aceptado involucrarse enteramente, hasta el punto de dar la vida para que el plan de Dios se lleve a cabo. Poder participar en nuestra medida de esto tan maravilloso es una gracia inmensa. 

Le pedimos a San José que nos enseñe a dormir como él, con una mano en los seños del Padre, en la Palabra que cada día nos emociona y nos regala algo nuevo para hacer, y la otra mano en nuestros propios sueños: fieles a lo que somos y abiertos a lo que Dios nos invita a ser. Estar así, como José y María, en medio de nuestro Pueblo, es una gracia y un honor y una manera de hacer algo que verdaderamente cuente y sea eficaz para el bien de los demás.

Diego Fares sj