La pastoralidad de la Iglesia como criterio (27 B 2021)

Volvió el pueblo a juntarse con él, y de nuevo Jesús les enseñaba como solía. Se acercaron entonces unos fariseos y le preguntaron, con ánimo de tentarlo: ¿es lícito al marido repudiar  a su mujer?

Él, respondiendo, les dijo: — ¿Qué les mandó Moisés?

Ellos dijeron: — Moisés permitió dar carta de divorcio y repudiar.

Pero Jesús, les dijo: – Fue por la dureza del corazón de ustedes que les escribió este precepto; pero al principio de la creación, Dios los creó varón y mujer. Por esto dejará el varón a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que ya no son más dos, sino una carne. Por tanto, lo que Dios juntó, el hombre no lo separe.

En casa volvieron los discípulos a preguntarle sobre lo mismo, y les dijo: – Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.Entonces le presentaron unos niños para que los bendijera, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: – Dejen a los niños venir a mí, y no se lo impidan, porque de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad les digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía (Mc 10, 2-16).

Contemplación

     Al ver que esta semana toca este evangelio no pude evitar un pensamiento que es como si viniera adherido al tema de la familia: “otra vez hablar del divorcio”. Vino en mi ayuda otro pensamiento más positivo y del buen espíritu, y fue el de buscar una imagen linda de familia.

Me gusta mucho esta que elegí. Uno podría quedarse largo rato contemplando como están estrecha y plácidamente unidos en un dulce abrazo: José y María con los ojos cerrados y el Niño con los ojitos abiertos. Todos sonríen y se tienen con ternura y sin angustias. La compré en Asís y refleja bien todo el espíritu que reina en la tierra de Francisco. Es de madera, y se pueden separar, la imagen de José por un lado y la de la Virgen con el Niño, por otro. Pero cuando se las une, las dos partes encajan fácilmente, a la perfección.

Contemplando la imagen se me aclaró el juicio: lo que me molesta es que los fariseos tratan un tema tan importante con mala intención. Se trata de un diálogo tramposo, como lo ha calificado siempre Bergoglio. 

Lo de los fariseos que sacaban temas candentes para ponerle trampas a Jesús es algo que se sigue dando en la actualidad, con el Papa Francisco, por ejemplo. Por eso no hay que entrar a discutir el tema antes de discernir la situación en su conjunto. 

Y la situación es esta: resulta que el Señor les responde bien a los fariseos y los deja callados, pero son los discípulos los que se quedan inquietos – tentados- y terminan por alejar a los niños que las familias traen para que Jesús se los bendiga. De alguna manera aquel diálogo tramposo sigue tentándonos. Porque cada vez que la Iglesia saca el tema del matrimonio y de la familia, lo que la gente “escucha” es que se va ha hablar del divorcio y que va haber discusión. 

La trampa está en que pareciera que las familias solo piensan en la posibilidad de divorciarse, cuando en realidad lo que sucede es que la gente sueña con formar una linda familia y cada familia vive agradeciendo poder estar juntos y desviviéndose por hacer más linda la vida de los demás.

Por eso, cuando sacamos el tema de la familia lo primero tiene que ser agradecer “la alegría del amor” (Amoris Letitiae) y los niños tienen que estar en el centro, de manera tal que los problemas, como el del divorcio, no distraigan a los adultos de los bienes verdaderos.

Las familias, en la intimidad de cada hogar, viven lo maravilloso que es poder unirse con otras personas de tal manera que todos forman una sola carne y tienen la misma sangre! De esta gracia tan grande, se desprende que sea cosa tan triste y seria el problema de la separación. Pero el centro del corazón y la de la mente de los esposos y de los hijos gira en torno a la gracia, no a la tentación. Este es el espíritu de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, como dice el Papa ya desde el primer párrafo:

“La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. Como han indicado los Padres sinodales, a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, ‘el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia’. Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia». 

Esta tentación sigue vigente: mientras la realidad es que, si vamos a tratar el tema de la familia, lo que la Iglesia tiene para aportar es positivísimo, sin embargo nos dejamos arrastrar a discusiones amargas sobre temas conflictivos. En vez de anunciar lo bueno que tenemos para decir a las familias, discutimos y defendemos (muchas veces muy mal) cuestiones que deben ser tratadas en un contexto preciso. 

Amoris Laetitia es un buen ejemplo de la proporción que debemos tener al hablar de las cuestiones conflictivas. Recordemos que Francisco trata en siete capítulos todo lo positivo de la familia y recién en el capítulo 8º, en la nota 351 hace referencia  un tema que otros usan como titular: “A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia” (AL 305). La ayuda de la Iglesia, madre y pastora: “En ciertos casos -dice el Papa en la nota al pie de página), podría ser también la ayuda de los sacramentos. Y como el que tiene que “juzgar” en cada caso concreto es el confesor, el Papa da dos grandes principios que iluminan la situación y que luego, cada uno debe bajar a la práctica, con la ayuda del Espíritu Santo, que nunca falta al que desea ser “pastor”. Un principio para la confesión es recordar su fin: «A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor». El otro gran principio es que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (Id). 

A este respecto, hace poco, Francisco tuvo un momento de gracia en el que logró bajar a la realidad su pensamiento de una manera concisa, original y creativa.

En el vuelo de regreso de su viaje apostólico a Budapest y Eslovaquia, una pregunta del periodista norteamericano Gerard O’Connell suscitó una respuesta del Papa que que permite ver, como si fuera una sola cosa, el pontificado entero de Francisco como Pastor. La pregunta tuvo algo de esos “diálogos tramposos” porque, si bien el periodista le había avisado acerca del contenido del tema (la excomunión al presidente Biden), no le dijo sino ahí mismo: “qué le aconsejaría Ud. a los obispos”. El Papa lo miró con una cara de “me estás queriendo enganchar mal”, pero respondió con lo que había estado rezando. A mi me pareción que pescaba la cosa, pero fue motivo de una gran alegría que el mismo Francisco, cuando le comenté cómo había visto yo lo que pasó, me confirmó que, al saber que le preguntarían del tema, había rezado mucho y que sintió que la formulación que hizo de la “pastoralidad” fue una inspiración y algo original.

Esta vez el Papa recogió el guante y se repreguntó a sí mismo -retóricamente-tres veces, siendo que los que retrucan son los periodistas, para dejar algo picando. 

El contexto del avión nos retrotrae a aquel momento tan fuerte de las “irrespetuosas re-preguntas” que le hizo la periodista norteamericana a raíz del caso Viganó. La diferencia -para el que sabe esperar tiempo para “leer” a Francisco a la luz de la historia que conduce el Espíritu, fue que en aquel entonces dió la impresión de que la periodista “lo arrinconaba” al Papa, que humildemente dijo que él por ahora haría silencio. En cambio, en esta ocasión fue Francisco mismo el que repreguntó para aclarar mejor su pensamiento.

Así fue el diálogo:

FRANCISCO: “No quisiera particularizar porque Ud. me habla de los EE.UU y no conozco bien el detalle. Yo doy el principio. Ud. me dirá, entonces como Ud. es cercano y bueno y tierno con una persona, Ud. ¿le daría la comunión? Y se respondió: Esto es una hipótesis. Tú sé pastor y el pastor sabe qué debe hacer en cada momento. Pero lo sabe como pastor. Pero si se sale de esta pastoralidad de la Iglesia inmediatamente se convierte en un político. Y esto lo verán en todas las denuncias y todas las condenas no pastorales que ha hecho la Iglesia. Con este principio creo que un pastor se puede mover bien. Los principios son de la teología. La pastoral (aquí el Papa hace un gesto como diciendo que la pastoral es un ir y venir dialogando con el otro y que es ardua, pero lo formula simplemente) es la teología más el Espíritu Santo, que te va conduciendo a hacerlo ‘al estilo De Dios’. Aquí se detuvo y con una gran sonrisa, mirándolo a los ojos le dijo al periodista, que no se atrevió a repregunta más: “Yo osaría (explicar) hasta aquí”. El otro hizo señal de que “estaba bien” pero esta vez fue el Papa el que se puso en ese lugar de retrucar en que se ponen los periodistas yvolvió de nuevo a la carga: – “Si Ud. me dice si se puede dar o no se puede dar, eso es casuística. Eso que lo digan los teólogos. Y avanzó todavía más el Papa (el otro ya quería levantarse e irse, pienso). – Se recuerda Ud. de la tempestad que se desató cuando salió aquel capitulo de acompañamiento a los separados, divorciados… Herejía! Herejía! (decían muchos) Siempre esta condena. Ya basta con la excomunión! No metamos,por favor, más excomuniones! Pobre gente. Son hijos de Dios. Están fuera de la comunidad temporáneamente, pero quieren, tienen necesidad de nuestra cercanía pastoral. Después el pastor resuelve las cosas como el Espíritu le dice”. Y agregó: “Pero yendo a la respuesta de fondo sobre la excomunión. El problema no es el problema teológico, porque esto es simple. El problema es pastoral: (con énfasis, como tocando el problema con la mano) El problema es cómo nosotros, obispos, gestionamos pastoralmente este principio.Y si vemos la historia de la Iglesia, veremos que cada vez que los obispos han gestionado no como pastores un problema se han “bandeado” (si sono ischierati = en el sentido de formar bando) en la vida política, sobre el problema político. Por no gestionar bien un problema se han situado (de manera partidista, se entiende) en el lado político. Pensemos en la noche de San Bartolome. Herejes! Si. La herejía es gravísima! Degollemos a todos. Un hecho político. Pensemos a Juana de Arco: Esta visión! Pensemos en la caza de brujas…, pensemos en Campo dei Fiori, en Savonarola, toda esta gente. Cuando la Iglesia para defender un principio lo hace no pastoralmente se sitúa en el campo político. Y esto ha sido siempre así. Basta mirar la historia. Que debe hacer el pastor? Ser pastor. Ser pastor y no andar condenando, no condenando. Y él es pastor también del excomulgado? Si. Tiene que ser pastor con él. Con el estilo De Dios. Y el estilo de Dios es cercana, compasión y ternura. Toda la biblia nos lo dice. Ya en el Deuteronomio Dios le dice a  Israel: Qué pueblo hay que tenga un Dios tan cercano como yo a tí. Cercano.  Compasión. El Señor que tiene compasión de nosotros, leamos Ezequiel, Oseas… Ya del inicio. Y ternura: basta mirar el evangelio y las cosas de Jesús. Un pastor que no sabe gestionar las cosas al estilo de Dios resbala y se mete en tantas cosas que no son pastorales”.

Así siente y gusta la pastoralidad de la Iglesia nuestro Papa Francisco. El es pastor y sólo pastor. También de los fariseos. Por eso es que el Espíritu lo ayuda, por eso es que no le hacen “pisar el palito”.  

Diego Fares s.j.

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