Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo:
« ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle. »
Al enterarse, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron:
« En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel. »
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: « Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se volvieron a su país por otro camino (Mt 2, 1-12).
Contemplación
Martín Descalzo a fines de los 80 y el Papa Francisco el año pasado toman una frase de San Juan Crisóstomo que dice que los Magos: “No se pusieron en camino porque hubieran visto una estrella, sino que vieron la estrella porque se habían puesto en camino”. “Eran almas ya en camino, ya a la espera -dice José Luis-. Mientras el mundo dormía, el corazón de estos magos ya caminaba… Confiaban en que sus vidas no concluirían sin que algo sucediese”.
Nosotros pedimos al Niño la gracia de ponernos en camino para buscarlo y encontrarlo. ¿Cómo nos ponemos en camino? Dijo hoy el Papa Francisco: “Seguir a Jesús no es un educado protocolo a respetar, sino un éxodo a vivir”. Sal de ti mismo!, por tanto. Sal! Deja de pensar sólo en ti y haz oración: adora al Padre, pide al Espíritu Santo que te movilice alguna palabra de Jesús en el Evangelio. Sal del círculo de andar siempre buscando tus intereses y mira a tu alrededor. Mira a los demás. Interroga a las personas humildes, como el niño envuelto en pañales en un pesebre, junto a su madre y san José. Sal de ti mismo y presta un servicio a los más pequeños, a tus hijos, a tus ancianos, a los más pobres. “El evangelio se realiza cuando llega al don. Al don gratuito, sin nada cambio”.
Pedimos también la gracia de saber burlar a los malvados, como hicieron los reyes que “volvieron a su país por otro camino”. Pedimos la gracia de saber burlar a los que se creen sabios y poderosos, los que se ríen de los que buscan estrellas que se mueven en el cielo, los que se burlan de los que adoran a los niños pobres que están en un pesebre.
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Basten estas peticiones para movernos, para iniciar el año poniéndonos en camino. En camino de oración, leyendo el evangelio o adorando en silencio al Niño, espejito de la gloria del Padre del cielo. En camino de servicio, organizando algo para los niños en la fiesta de los Reyes o saliendo a buscar a algún pobrecito. “Probemos hoy -decía el Papa- a pensar en algún don gratuito, sin nada a cambio, que podamos ofrecer a alguien”
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Una reflexión partiendo de una palabra que me quedó picando: “burlar”. Burlar a los poderosos, dice Martín Descalzo. Junté burlar, no con hacer muecas o decir frases ingeniosas, sino con lo que hicieron los reyes, que simplemente “volvieron a su tierra por otro camino”.
Para ir a Jesús recibieron la ayuda de la estrella. No fue impedimento para llegar al Niño el hecho de haber pasado por la corte de Herodes con sus juegos de poder y de haber recibido información de la ciencia sin fe de los sumos sacerdotes y escribas. Pero para volver (para aplicar la gracia a la vida), tuvieron que encontrar “otro camino”.
Esto me hace pensar que Dios nos ayuda de una manera a encontrar a su Hijo y de otra a burlarnos del mal espíritu y poner en práctica su Palabra.
El Padre nos atrae a Jesús. Pone signos en el cielo, pone un imán en nuestro corazón para que la suma de todos nuestros pasos -lo sepamos o no- termine orientada a su Hijo amado.
El Espíritu ilumina los momentos, sugiere el pasito adelante que podemos dar para acercarnos a Jesús. En el evangelio, la estrella marca el rumbo a los magos: “Iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo en el lugar donde estaba el Niño”. La ayuda del Señor a los que se ponen en camino es constante y precisa.
Pero después, para burlar a Herodes y regresar a sus cosas, el camino es distinto. El evangelio nos dice que los Reyes, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, regresaron a su casa por otro camino. Este “otro camino” pareciera que no necesita de una guía especial. Será que uno lo tiene que descubri solo?
La inspiración que me viene a la mente es la formula de San Ignacio: el “agere contra” -el hacer lo totalmente contrario a lo que la tentación me sugiere-.
Herodes les había sugerido con sutileza que, luego de investigar bien todo lo referente al Niño, apenas lo encontraran se lo comunicaran. Ellos directamente “se volvieron por otro camino” sin ningún temor ni respeto humano por el poderoso.
La clave es, por tanto, que el camino sea “otro”.
Pero totalmente otro.
No basta con que sea “un poco distinto”.
La tentación de querer burlar a los malvados usando sus mismas técnicas o algo parecidas, es algo en lo que solemos caer por falta de discernimiento. Ignacio nos ayuda con esta fórmula límpida como una estrella en el cielo: “agere contra”. Lo digo en latín para que se nos grabe en el cielo de la memoria. Hacer contra pero no “cualquier contra” sino “lo totalmente contrario”.
Esto no es difícil descubrirlo, pero hace falta tomarse un momento de oración, hacer silencio y pedir ayuda al Espíritu Santo.
Debemos desconfiar de la primera acción en contra que se nos presenta como clara. En general, la primera reacción en contra de otro que nos ataca o nos quiere engañar, es mimética. Nos mimetizamos con el enemigo: si alguien alza la voz, la alzamos, si nos gritan, gritamos, si nos empujan, damos un codazo, si el otro se burla, ironizamos, si nos ningunea, buscamos rebajarlo… La pausa consiste en saber reconocer con buen humor que nuestra respuesta es mimética y que por tanto no es “contraria” sino funcional al enemigo. Por eso, hay que aprender de los Reyes a tomar otro camino. Es propio de un Rey, no rebajarse. Eso es tener señorío.
Algunos ejemplos, por si ayudan, teniendo en cuenta que cuando uno baja la Palabra a la realidad, arriesga a decir algo de más o algo que moleste…
A nivel país, en política, ¿qué sería lo totalmente contrario a la corrupción, por ejemplo, definida como uso sistemático del dinero público para provecho propio? La justicia, dirá alguno. Meterlos a todos en cana hasta que se pudran y que devuelvan todo lo que se robaron… Me pregunto si lo que logra eso, a lo sumo, no es equilibrar la balanza. Y no del todo, porque para los pobres que no recibieron ayuda o para las víctimas de las tragedias por el desvío de dinero, ya es tarde. Tampoco basta, aunque sea bueno y necesario, con ir tomando medidas estructurales para que en seis años mejore la cosa. Estas cosas son contrarias a la corrupción pero no son “lo totalmente contrario”. La corrupción siempre tiene un “ya”, que alguien se goza para él solo. Por eso la contra tiene que incluir -dentro de las medidas a largo plazo- también un “ya”, en el que se ayuda con dinero tan concreto como el de los bolsos de López, al más vulnerado y de un modo comunitario. Dando plata a Manos Abiertas o a El Hogar de San José, por ejemplo.
A nivel de los medios, ¿qué sería lo totalmente contrario a esa degradación de la información que padecemos en todos sus grados: desde la chabacanería más trivial a la difamación más refinada? La verdad está tan relativizada que apenas uno comienza a charlar, el tema se politiza. ¿Qué sería lo totalmente contrario a este “pensar de qué lado estás”? Facilmente se ve que es “pensar de qué lado estamos”. No es tan facil llevarlo a la práctica cuando se habla de política, pero es posible. Reveía en internet el discurso de don Ricardo Balbin ante la muerte del presidente Perón, en el que hablaba de honrar a nuestros grandes muertos (yo agrego: a todos nuestros muertos). No sirvió para detener la violencia que se desató en el país, cuyos ecos siguen resonando en nuestros discursos. Pero hace bien escuchar “al viejo adversario que despide a un amigo” para encontrar vivo el tono “totalmente contrario” al que escuchan nuestros oídos todo el día y que imprimimos a nuestras palabras haciéndonos eco y mimetizándonos con lo que pretendemos criticar.
A nivel religioso cuando siento que alguien critica sin cariño ni respeto al Papa Francisco, mi “agere contra” es repetir sonriendo lo que decía el anciano Padre Fernando Boasso SJ: “No hay que hacerse problema. Nosotros muy contentos con el Papa Francisco y al que no le gusta que se jorobe”. No es algo muy ortodoxo ni que recomiende a todos como un principio universal, pero a mí me cambia el humor, que es en lo que soy tentado (ponerme de mal humor con los que critican).
Como decía, hay que discernir bien dónde apunta la tentación (mi tentación que es distinta a la de los otros) para no salir disparado a hacer contra en cualquier lado y terminar siendo engañado.
Que nadie nos robe la gracia de adorar al niño y de darle nuestros regalos. Sobre todo el mejor regalo, el que más le agrada, el de nuestro corazón que, como el de los Reyes, quiere aprender a caminar por los senderos de Dios y a no perderse por el camino de los malvados.
Diego Fares sj